29/4/14

Lo grande, lo pequeño y la mente humana



Lo grande, lo pequeño y la mente humana, (Cambridge U.P., 1999) de Roger Penrose (una biografía más resumida pero en español, en este enlace) es un libro de divulgación que requiere una lectura muy pausada y, además, tener una cierta base en física y matemática porque, de otro modo, sólo la terminología utilizada hará muy complicado entender los conceptos. Que sea una obra divulgativa no implica que, desgraciadamente, esté al alcance de cualquiera.
 
Penrose no es un físico al uso. Ha trabajado con otros grandes físicos actuales como Hawking, mereció el prestigioso premio Wolf de Física en 1988, es profesor de prestigiosas universidades, matemático, filósofo, experto en relatividad y cosmología, proponente de teorías rompedoras y partícipe en descubrimientos importantes, el último de los cuales se ha dado en enero de este mismo año: la vibración cuántica de los microtúbulos celulares, junto a Hameroff. Pero si todo ello no fuera suficiente, Penrose es además un físico controvertido por su estudio de la consciencia y de su relación con la mecánica cuántica, la posibilidad de que la conciencia humana tenga una base más allá de la física que hoy conocemos. Unas ideas que abrirían puertas a compaginar física y mente, quizá religión (aunque Penrose se define como ateo) y que hoy por hoy no constituyen el mainstream de la mayoría de la comunidad científica.
 
En Lo grande, lo pequeño y la mente humana , Penrose pasa revista tanto a las leyes de la física que rigen las grandes estructuras (el universo) como a lo muy pequeño, los átomos para, a continuación, adentrarse en el resbaladizo campo de si de estas inanimadas leyes pueden surgir la consciencia humana, el pensamiento y las manifestaciones artísticas. Es un aproximación científica, abierta, ya que Penrose incluye incluso debates al respecto con detractores de tales ideas como Hawking, Cartwright y Shimony.
 
Un libro para leer con la mente abierta, con el valor intelectual de cuestionarse todo, creyendo en el poder de la ciencia pero sin idolatrar el conocimiento existente porque lo que es seguro es que llegarán nuevos conocimientos que desmonten los que ahora consideramos como verdades incuestionables.
 
 
 

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