27/2/12

En el más hermoso de los gestos



Había sido un día largo y estabas cansada. Cenamos juntos y compartimos una copa de vino blanco. Charlamos de todo y de nada, apenas contuvimos nuestra ansia de enlazar las manos. Estabas guapa, como siempre lo estás. Nos acostamos pronto, frente a frente, disfrutando de tu cara, como me gusta hacerlo. Me acariciabas con ternura, peinando mi pelo con tus dedos intentando que me durmiera como se duerme a un niño chiquitín. Entonces, te quedaste quieta con tu mano a medio camino de mi cabello, dormida, tus párpados cerrados, como si el tiempo se hubiese detenido de pronto, congelada en el más hermoso de los gestos, tus dedos aún enredados en mi pelo, rendida de la jornada, abrazada a mí, tan plácidamente como la noche cae sobre la llanura. Un torrente de sentimientos me inundó, un ingente caudal de ternura desbordó mi prudencia y te comí a besos, despertándote. Reímos antes de que volvieras a caer dormida en mi regazo.


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