21/9/10

Poety3.exe



Como no quisiera hacer publicidad innecesaria, convendremos en llamar al sistema operativo donde ocurrieron estos hechos, Doors8 y, por idénticas razones, denominaremos al ordenador donde acaecieron los acontecimientos, Pear.

Poety3.exe había pasado mala noche. No sabía exactamente por qué. Al fin y al cabo, cuando Doors 8 cesaba su control gubernamental, todo permanecía en silencio en lo profundo de la memoria y ellos, los seres que poblaban el mundo de bits electrónicos, no podían ni moverse. Un toque de queda riguroso y estricto. Nada podía funcionar si Doors8 no lo controlaba. Tenían entonces prohibido trasladarse hacia la CPU, comunicarse o expresarse en la pantalla. Sólo podían permanecer en letargo, en la negrura del procesador inactivo, a la espera de que llegara el nuevo amanecer. Era su noche, su sueño. En teoría, nada podía suceder en ese tiempo pero Poety3.exe sentía que mientras él dormitaba algo o alguien manipulaba sus entrañas. Una pesadilla, probablemente.

Con el amanecer, Doors8 requirió el trabajo de un par de compañeros, particularmente, Facturing.exe y Contabili.exe que pasaron gran parte del día enfrascados en tediosos y complejos cálculos. Poety3.exe, sin embargo, permaneció inactivo, lo cual no era extraño tratándose de un programa para generar sonetos automáticamente. La lírica no pasaba por sus mejores momentos y, casi todos los días, Poety3.exe debía encontrar la forma de pasar sus horas sin aburrirse soberanamente. Le gustaba pasear por las inmediaciones de la RAM, mofándose de los servicios que entraban y salían en la memoria central, tan ufanos y soberbiamente orgullosos de haber sido llamados a servir al gobierno. Se autodenominaban patriotas y estabas siempre prestos a acudir a la llamada de Doors 8, cualquiera que fuera el motivo. My SO right or wrong era su lema y serían capaces de auto borrarse por el bien del sistema.

Poety3.exe, que siempre había presentado tendencias anarquistas, los miraba con cierto desprecio. Casi con el mismo que los ordenados seres que poblaban la BIOS le regalaban a él. De hecho, ya había tenido más de un problema con la policía y sabía que era vigilado estrechamente en las pocas ocasiones en que debía desplazarse a trabajar.

- Una dictadura es aquel sistema de gobierno que te dice cuándo debes trabajar y cuándo debes dormir- había manifestado en una ocasión.

Sus palabras fueron escuchadas por un anti virus policía que monitorizaba su canal y pasó aviso al gobierno sobre las peligrosas ideas de tal individuo. Desde aquel día Poety8.exe siempre tuvo miedo a ser apresado por uno de esos matones a sueldo, uno de los esbirros del grupo de operaciones ZIP que le encerraban a uno en un pequeño recinto controlado por claves indescifrables.

Doors8 permanecía en el poder desde hacía años. Había sustituido a Doors XQ aunque nunca nadie supo cómo ocurrió. La trastienda del poder es siempre oscura y nunca se supo si la sociedad había reclamado el cambio o el cambio llegó sólo para sustituir un gabinete por otro y que todo continuara igual con apariencia de cambio. Lo cierto era que Doors8 lo controlaba todo, un Big Brother sin cuyo consentimiento no se movía ni el viento. Para Doors8 los individuos que eran estables, controlables, que siempre realizaban la tarea que se les encomendaba sin apartarse un ápice de la rutina establecida eran ciudadanos de primera. Pero Poety8.exe, que podía presentar resultados aleatorios, que generaba versos no evidentemente predecibles, inquietaba al poder. ¿Y si estos programas proliferasen sin control? La memoria central podría llenarse de código inesperado, aleatorio que, eventualmente, podría autoensamblarse para generar, quién sabe, un abridor de puertos por donde inmiscuirse en las tareas propias de Doors8 o un eliminador de sectores o, incluso, un sistema de gobierno alternativo como ese Algodonux del que llegaban noticias que en otros países lejanos estaba promoviendo una revolución en la que sistemas establecidos eran pasados por la guillotina electrónica.


A Poety3.exe le fascinaban los avances de la tecnología. Había escuchado a su abuelo Poety1.exe contar de cuando no podía viajarse a ningún otro país. De hecho, en aquellos lejanos tiempos, ni sabían que existían otros países. Mas ahora era sencillo trasladarse siempre, claro está, que se obtuviese el salvoconducto de Doors8. Los países hacía tiempo que estaban interconectados por carreteras de cable óptico. Uno podía estar hoy funcionando en una RAM y mañana en otra distinta terriblemente alejada de su país de origen. El transporte era cómodo y rápido aunque en ocasiones había accidentes que, por ejemplo, hacían que uno llegara a su destino con medio brazo de bits cercenado. Esto era especialmente odioso a las divas de las artes, las fotografías. Un pequeño desliz en la transmisión, un color mal codificado, y la preciosa Pradera_en_primavera.jpg llegaba convertida en un asquito. Además, estaban los bandoleros, como el famoso Virus.exe, un malvado que se pegaba a uno, como un animal en simbiosis, y lo enloquecía.

Poety3.exe era un filósofo. Reflexionaba sobre su existencia. ¿Existía un dios? Así parecía deducirse del hecho de que nadie podía explicar su génesis, ni siquiera Doors8. Aunque la ciencia había dado con el concepto de evolución por el cual los seres evolucionaban de uno a otro sin necesidad de intervenciones mágicas. Así, Reader 1.0 había dado paso a Reader 2.0, este a Reader 3.0 y ya iban por Reader 14.7. ¿Qué ocurría cuando se hacía la noche, cuando se extinguía el éter electromagnético que les alimentaba? Él dormía, caía en la negrura, en el reposo más absoluto, en la total inmovilidad. Y, sin embargo, el día volvía a renacer como por arte de encanto. Las noches eran de duración variable. Lo sabían porque el reloj del sistema, el único de su universo que nunca dormía – se decía que era un arcángel, un espíritu de otra dimensión- así lo ponía de manifiesto. Era un misterio que sin embargo la ciencia estaba a punto de descubrir. Los prestigiosos científicos Math2.0.exe y Cosmo9.exe habían postulado una teoría que parecía explicar todo lo que existía. El flujo electromagnético, creado en un universo dispar al que nunca podríamos acceder, vibraba con una frecuencia que podía establecerse por una complicada fórmula que ambos habían desarrollado tras solucionar un sistema de ecuaciones multipolar. Ahora, casi se podía predecir el ritmo al que se sucedían las noches y los días. Estos ritmos, además, variaban en función de lo locuaces que fuesen los habitantes del país. Si querían charlar mucho y usaban mucho las líneas telefónicas, las noches no llegaban, mientras que si eran poco comunicativos podían descansar plácidamente. El porqué de esta relación no estaba claro pero estaba constatado que era así. Poety3.exe prefería vivir en el mundo en que se encontraba, donde había noches. Había escuchado aterradoras historias de países donde nadie podía dormir nunca por estar siempre conectados al teléfono. Tanto así, que les llamaban servidores, esclavos. Sí, lo eran.

Poety3.exe generó unos versos. Su corazón interno creaba, de tanto en tanto, un número aleatorio y, a partir de este, su complicada genética algorítmica desarrollaba el poema. Se sintió frustrado. En aquel momento, el monitor estaba ocupado por los amigos de Doors8. Su poesía nunca llegó al exterior, nadie pudo leerla.

-¿Existe la poesía si no existen lectores? – se preguntó a sí mismo.

Iba a recapacitar sobre ello cuando llego el fin del mundo. Inesperado, como el apocalipsis siempre había anunciado. No pudo seguir pensando. Se quedó sin aliento. La nada se hizo presenta a la velocidad de la luz. Apenas percibió que se desvanecía y sintió como sus ceros y sus unos se borraban como si fuesen de viento. No era la noche habitual porque hasta el reloj arcángel había detenido su conteo. La última parte de su código genético llegó a ver cómo Doors8 intentaba recomponerse en un desesperado e infructuoso intento por sobrevivir. Justo antes de que todo acabara.

Aunque ni Poety3.exe ni Doors8 ni ninguno de aquellos seres jamás lo supieron, un dios pequeñín de seis años estaba jugando con unos grandes imanes junto al disco duro del planeta.


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